El arte de saber PERDONAR y OLVIDAR
Este enfoque tal vez sea un poco diferente al que se le da habitualmente al perdón, como algo que tenemos la benevolencia de hacer por los demás. No, la realidad es que el primer beneficiado es uno mismo.
contigo de manera reprobable.
Sí, tal vez te faltó al respeto, o peor, te engañó, traicionó tu confianza, etc. Y ese es un hecho incuestionable. Sin embargo, mientras mantienes vivo el dolor que te produjo y alimentas sentimientos de rencor y resentimiento, la realidad es que te estás castigando a ti mismo. No sólo sufriste la situación en su momento sino que la mantienes viva en tu conciencia, al igual que los sentimientos y emociones que se generaron en ti. Y si haces eso, de forma automática pierdes uno de tus mayores tesoros, la paz interior. No es posible preservar la paz interior y los malos sentimientos por algo que te hicieron en el pasado.
El rencor y el resentimiento son sentimientos tóxicos que se lastiman el corazón y generan pesar en nuestro interior.
El segundo aspecto, que también es importante que comprendamos, es que perdonar es una decisión consciente y llena de determinación. Perdonar y olvidar. No sólo se trata de cancelar la “cuenta pendiente” sino que tenemos que borrar esos recuerdos, esas impresiones, con el detergente de la determinación. Es decir, perdonar no es sólo un buen deseo, un buen sentimiento o una esperanza. Es un acto interno lleno de decisión y coraje.
Tal y como dijo Gandhi: “Perdonar es el valor de los valientes”. Y junto a esto también podríamos añadir que al mismo tiempo, perdonar y olvidar es un signo de sabiduría. Aprender a poner un punto final en nuestra mente y nuestro corazón, con la comprensión de que es el mejor regalo que nos podemos dar a nosotros mismos y a los demás.
La capacidad de perdonar y olvidar aumenta cuando tenemos una reflexión sincera sobre nuestros propios errores y equivocaciones. Una mirada a vista de pájaro sobre el sendero de nuestra vida nos muestra que, sin duda, también hemos cometido acciones erróneas, motivadas por muchos factores, tal vez el miedo, el egoísmo o la falta de entendimiento. En todo caso, hemos cometido errores que también han perjudicado o lastimado a otros. Y así nos damos cuenta de que no es correcto condenar a otros y, por otro lado, justificar nuestros errores.
Vemos que en el perdón y en el olvido también está incluida la generosidad. La capacidad de restar importancia y relativizar el error de los demás y, en cambio, prestar atención al aprendizaje y la experiencia que esa situación nos ha proporcionado.
A veces, lo que sucedió, lo que nos causó tanto dolor y pesar, fue fruto también de nuestra inconsciencia. Simplemente no supimos leer las señales que la vida nos estaba dando y mantuvimos una percepción de la realidad demasiado ingenua. No estamos hablando de desconfiar de los demás, sino de tener cautela y estar bien despiertos. De esa manera podemos evitar muchas decepciones y desengaños, ya que para la persona que está alerta y consciente, los detalles no pasan desapercibidos y podemos captar mucho mejor las intenciones y motivaciones de los demás.
Necesitamos un lienzo nuevo cada día para seguir creando la obra de arte de nuestra vida.