Un enfoque que me gusta del coaching es el de considerar que es una herramienta para expandir la consciencia. Cuando somos más conscientes, nos damos cuenta de más cosas, comprendemos las implicaciones más sutiles y no tan obvias y nuestra capacidad de discernir y decidir aumenta exponencialmente.
La consciencia es lo que realmente nos define como seres que piensan, sienten, perciben, deciden... De alguna manera, no es que tengamos consciencia, sino que somos consciencia. Expandir y desarrollar la consciencia significa avanzar en nuestra realización personal más profunda.
Esto lo aplico tanto a la vida en general como al coaching en particular, ya que en mi experiencia, el coach que trabaja por el desarrollo de su consciencia alcanza un grado de comprensión y empatía mucho mayor con el coachee.
¿Y la transformación? Todos tenemos en nuestra consciencia algunos aspectos que sabemos que nos perjudican: hábitos negativos, debilidades, bloqueos, tendencias reactivas, etc. Transformar significa cambiar la forma. Así como el agua se transforma en vapor cuando se la somete a unas condiciones de calor intenso, nuestra consciencia también experimenta profundas transformaciones cuando creamos y sustentamos las condiciones necesarias.
Creo en el coaching transformador, aquél que ayuda a la persona a darse cuenta y alcanzar un nivel de comprensión profundo de sus propios obstáculos internos y así poner en marcha el proceso necesario para liberarse de los mismos. Este paso es clave para acercarnos a la vida de satisfacción y plenitud a la que todo ser humano aspira.
¿Y en cuanto a los pensamientos de calidad? Los pensamientos son la unidad básica y fundamental de nuestra consciencia. Con los pensamientos somos creadores de nuevas posibilidades y realidades en nuestro interior. Así que cambiando nuestra forma de pensar cambiamos también el filtro a traves del cuál observamos el mundo.
El coaching de perspectivas es particularmente efectivo para este fin.
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